En septiembre de 2016 Koldo inició un viaje junto a su exnovia Gosia, siendo ya expareja. Habían estado cuatro años preparando el viaje juntos, pero su relación había acabado ocho meses antes de comenzar el viaje porque Koldo se había enamorado de otra chica. Decidieron seguir adelante con el plan: su idea era dar la vuelta al mundo, circunvalando África primero, continuar por Asia e ir después a América.
Como estaba previsto, comenzaron por África, saliendo de casa y yendo hacia el sur. En Senegal pasaron dos meses haciendo un voluntariado. En Mali, donde no encontraron a nadie de Couchsurfing -la plataforma de alojamiento que utilizaban habitualmente- se alejaron de la carretera principal los kilómetros suficientes como para llegar a aldeas donde les decían que no habían llegado turistas en más de sesenta años. Eso les decían quienes hablaban francés, porque muchas personas no lo hablaban y los recibían corriendo hacia ellos cuando llegaban con la moto.
Dos meses después, en Togo, Koldo y Gosia separaron sus caminos. Ella siguió hasta Sudáfrica en transporte público y autostop y él continuó el viaje en moto.
Ya en solitario, en Nigeria quiso ir por un camino menos transitado y llegó a una frontera sin edificio ni guardias en el lado nigeriano, solo lo había en el camerunés. Tuvo que recorrer parte de Camerún sin papeles y en medio de un conflicto interno entre su población francófona y la anglófona hasta otra frontera antes de aventurarse por el resto del país.
Aproximadamente un mes y medio después, en Congo tuvo un accidente. Lo mandaron de vuelta a Bilbao para operarse: se había roto los ligamentos de la clavícula derecha. Pasó seis meses en Bilbao recuperándose de la operación.
De vuelta en Congo, Koldo arregló la moto y viajó durante un mes y medio con dos viajeros con los que coincidió y ayudó llevando algunas cosas desde Bilbao. Después siguió en solitario hasta Namibia y Sudáfrica. No le dejaban atravesar en moto la frontera entre estos dos países porque tendría que cruzar por el Kalahari y le aseguraban que había grandes felinos. A esto, Koldo replicaba que los de Bilbao eran capaces de hacerlos huir de un mordisco. Parece que el argumento no les convenció y le tocó darse una enorme vuelta para entrar por otra frontera.
En Sudáfrica decidió cambiar el plan: llevaba en África un año y medio de los tres que se había propuesto viajar. Así que decidió irse a Sudamérica, siempre había tenido el sueño de recorrerla en moto. Además, ya había recorrido un continente donde en cada control tenía que dedicar 20 minutos a preguntar a los policías por sus familias y a contarles la historia de su viaje para evitar pagar los sobornos que le pedían. Lo que estaba por venir no podía ser más corrupto o pesado que esto, se decía Koldo.
Mientras la moto llegaba en un barco a Uruguay, él voló al carnaval de Río de Janeiro y recorrió parte del sur de Brasil en diferentes medios de transporte. Brasil fue el primer país en el que sintió que podría quedarse a vivir. La gente es agradable, la comida buena, la fruta increíble, los paisajes bonitos y el clima acompaña todo el año. ¿Qué más se puede pedir?
Llegó a Uruguay y recogió la moto. La gente le desaconsejó ir hacia el sur porque llegaba el invierno y podía ser peligroso, por lo que decidió ir por Brasil y aprovechar esos meses por zonas más cálidas.
Así recorrió Brasil por toda la costa, las Guyanas, y por el interior de Brasil, cruzando el Amazonas, llegó a Bolivia. Desde allí empezó a ir hacia el sur, hacia Tierra del Fuego en el verano siguiente, cruzando repetidas veces los Andes.
En el viaje por Sudamérica descubrió las redes de apoyo motero, que fue alternando con Couchsurfing para alojarse y conocer diferentes realidades y microsociedades en su periplo por este continente.
En Tierra de Fuego tuvo problemas con el amortiguador y se quedó tirado durante más de un mes esperando uno de repuesto. Aprovechó el tiempo moviéndose a dedo por el sur de Argentina y Chile. Así llegó al Perito Moreno y a Ushuaia.
Una vez recuperada la moto, tomó la carretera Austral en Chile con la idea de ir hacia el norte. Por el camino volvió a recorrer parte de Argentina, fue hasta Iguazú y, ya que estaba allí, pasó por Paraguay. Recorrió una parte de Bolivia que úun no conocía y llegó a Perú, que era el objetivo que en principio se había marcado.
A Perú le dedicó tres meses. Conoció a muchos moteros, lo que no le dejó tiempo para acercarse más a la gente de pequeñas comunidades o poblados, como le gustaba hacer. Además, por Couchsurfing conoció a Melody y con ella viajó por el norte de Perú y Ecuador. Allí los pillaron las protestas por la subida del carburante y se quedaron bloqueados 15 días. Esta parte del viaje la recuerda más como una escapada romántica que como el viaje en sí, pero disfrutó de hacer algo diferente. Cuando pudieron salir de Quito, ella volvió a Perú a preparar los papeles para poder ir a España. Koldo siguió por Colombia, donde sorteó su moto, equipamiento y casco para que otra gente pudiese hacer su propia vuelta al mundo a su medida y en sus tiempos.
Kolso es profesor de primaria e infantil desde hace 16 años. En estos años en verano ha viajado por diferentes lugares de Europa, África y Rusia, en autostop y moto. Así se cruzó con Gosia, con quien viajó por los Balcanes, Rusia, Senegal, Malí o Costa de Marfil. Uno de esos veranos, se fue a los países escandinavos a probar la moto que lo llevaría después en su gran viaje.
Durante estos años previos al gran viaje, ha ido aprendiendo inglés, algo de de francés e hizo una FP de mecánica. Desde niño quería hacer un viaje así y decidió dar todos los pasos necesarios que lo llevasen a lograrlo.