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6 años por América y Asia sin billete de vuelta

Baltasar Montaño pergeñó un plan para dejar de trabajar a los 45 años y viajar sin billete de vuelta.
Baltasar Montaño - Sin billete de vuelta
22 de abril de 2023
a las 11:25 h.
Duración: 50 minutos
Evento presencial
en Madrid
Evento online que podrás seguir desde donde quieras
Baltasar Montaño
|  6 años por América y Asia sin billete de vuelta

Hay un plan, entre otros muchos, según el cual puedes trabajar intensamente hasta el entorno de tus 40 años para dedicarte la segunda mitad de tu vida a no trabajar y vivir viajando, sin esperar a la jubilación y con todas tus energías y fortalezas a pleno rendimiento. Si se piensa con antelación y se arman los mimbres necesarios para sustentar el atrevimiento, esta opción de vida no parece del todo descabellada.

Algo así en boceto de trazo grueso empezó a pergeñar Baltasar Montaño cuando contaba con 33 o 34 años, en los primeros compases de la década del 2000.

Baltasar hizo la cuenta de la vieja, dividió 80 años entre dos y empezó a plantearse, primero como broma recurrente para su tribu de amigos y después muy en serio, la posibilidad de apearse del sistema a mitad de camino. El resultado de aquella boutade queda recogido en el libro Sin Billete de Vuelta, escrito durante el parón de la pandemia, un compendio de aventuras y reflexiones de los siete años que lleva viajando. Ahora tiene 51 años y sigue danzando por el mundo.

Balta es periodista especializado en Economía y durante más de 20 años estuvo al pie del cañón, con un año sabático por medio, que se tomó para recorrer Australia y Nueva Zelanda en autocaravana y disipó las dudas sobre su plan de futuro. Le fue muy bien en su profesión, fue un currante ejemplar y ahorró e invirtió en una vivienda. Un buen alquiler y una asignación mensual con cargo a sus ahorros son ahora el sustento de sus andanzas, un sencillo sistema que le permite vivir sin estrecheces pero sin estridencias de consumo.

Con una mochila en la que no suele cargar más de 12 kilos desembarca en los países sin tener billete de vuelta ni límite de tiempo, más allá del que le corresponde por su pasaporte o por el visado. “Tu mochila y tu viaje valen tanto por lo que llevas como por aquello de lo que eres capaz de desprenderte”, recoge en el arranque de su libro.

Empezó a viajar un poco tarde porque tuvo que trabajar duro en la hostelería para pagarse la carrera y el Máster de Periodismo Económico. Desde los 25 años no ha parado de viajar por placer y mucho también por trabajo, pero siempre con el tiempo tasado.

Baltasar Montaño sin billete de vuelta

Hasta que en 2016 llegó el gran momento. Desembarcó en Colombia y quemó allí los tres meses que le permitían como turista. Recorrió el país entero viajando solo y no estando casi nunca solo, porque lo que aporta lo primero es justo lo segundo. Aprendió a bailar salsa y a cocinar arepas, subió y bajo montañas andinas en bus y moto porque en los países que sufren guerras por décadas no se construyen túneles ni buenas infraestructuras.

Dio el salto a la Tierra del Fuego chilena para adelantarse a la llegada de los fríos antárticos y poder hacer la ruta completa de las Torres del Paine. Se asomó al Cabo de Hornos, recorrió la Patagonia completa en modo zigzag entre Chile y Argentina, navegó los fiordos del Pacífico sur, se colgó de algunos de los más impresionantes glaciares de la tierra mientras enfrente veía la lava y las fumarolas sobre los picos nevados de algunos de los volcanes del Cinturón de Fuego del Pacífico.

Recaló en su eterna Buenos Aires, donde dice que suele saber cuándo llega pero nunca cuándo sale. Recorrió el pequeño y amoroso Uruguay, para dedicar mes y medio más al norte de Argentina y sus altiplanos preandinos. Dejó la Ruta 40 en la Quiaca para cruzar a Bolivia, en la que se subió dos seismiles con guía, aprendió a no pensar para no consumir el oxígeno que se necesita para alcanzar cima. Se pateó al completo el país en forma circular para acabar en el Salar de Uyuni cruzando al desierto de Atacama. Navegó y luego bordeó el Lago Titicaca, que no permite el cruce fronterizo por agua entre Bolivia y Perú, para acabar en Arequipa comiendo, bebiendo, recuperando los kilos perdidos y preparándose para asaltar el gran Amazonas.

Arrancó en Pucallpa (Perú), a más de 6.000 kilómetros de su desembocadura en Belém de Pará (Brasil). Durante más de tres meses navegó el Amazonas al completo en barcos de todos los formatos, con incursiones de más de una semana a las selvas de Leticia (Colombia), Iquitos (Perú) y Manaos (Brasil), en lo que para él ha sido la aventura más impactante jamás vivida, como queda reflejado en Sin Billete de Vuelta: “En el Amazonas se entra siendo uno y se sale siendo otro”.

Baltasar Montaño sin billete de vuelta

Adelgazó y soñó como jamás lo había hecho, se alimentó de las frutas, carnes y pescados que regala la selva a los que saben entenderla. Con amigos y con guías se adentró en las junglas de bóveda verde en los tres países, se topó con una anaconda de seis metros que dormía la siesta y aprendió a dormir en la altura de su hamaca sin miedo a esos depredadores que pasan en silencio mientras duermes colgado entre dos ceibas.

Saltó a los Lençóis Maranhenses e hizo kite surf. Este, como el esquí fuera de pista, la apnea en cenotes, la bici extrema o la alta montaña son adictivos y también forman parte de sus viajes. Tras más de un año danzando por la América del Sur hizo parada estratégica en España para dar el salto al Sudeste asiático.

Estableció Tailandia, país que ya conocía, como base de operaciones para recorrer la zona. Se hizo pasar por productor de vinos para evitar ser perseguido como periodista y conseguir fácilmente el visado en Myanmar. De las maravillosas gentes de este país que el ejército se empeña en desgraciar, de los problemas que tuvo con sus soldados en las zonas calientes y en las plantaciones de opio, de la bomba que pusieron en el tren que le debía de sacar de Kachin State, da buena cuenta en sus escritos.

Baltasar Montaño sin billete de vuelta en Myanmar

Se recorrió enteras Laos y Camboya, que le atraparon por su autenticidad, por ser poco turísticas, por la lucha de sus gentes por salir de la pobreza, por la prístina belleza de sus paisajes y por la aventura gastro con una serpiente verde que el guía cazó en la selva de Ratanakiri.

Llegó a Hanói y compró una moto de 120 cc con la que recorrer todo Vietnam durante los tres meses de visado. Ocho y diez veces tuvo que entrar en boxes, pero eso formaba parte del encanto del viaje. La gastronomía vietnamita y la amabilidad de sus gentes fueron todo un descubrimiento. Vendió la moto en Saigón y dejó el país.

Tras más de año y medio por el Sudeste Asiático recaló en España en 2019 para dar un salto a México, pero cuando llevaba seis meses en el país la Covid impuso el cierre perimetral y volvió para instalarse unos meses en su tierra, Extremadura.

Al ver que la cosa iba para largo se compró una pequeña camper de 20 años y una bici y se dedicó a viajar por la Península Ibérica. A petición de la editorial Círculo de Tiza se puso a recapitular sus notas de viaje para escribir Sin billete de vuelta.

Entre brinco y brinco ha ido desgranando su propia visión del mundo y de la vida, su decidida apuesta por viajar solo y sin comprar tarjeta SIM, su apuesta por no diseñar un plan preestablecido de viaje, sus ganas de dejarse inseminar por las vidas y costumbres de las gentes allá donde va. Nunca hace caso a los agoreros que alertan de los supuestos miedos y peligros de esos países que tan bien conocen gracias a sus plataformas digitales, no suele medir la profundidad del agua antes de tirarse de cabeza y ha aprendido a relativizar todas esas seguridades y certezas que uno piensa firmes y que por sí solas se resquebrajan cuando se abandona la zona de confort.

En 2022 se volvió a México para terminar de devorar un país tan atractivo y necesario como contradictorio y destructivo en su propia idiosincrasia. Echándolo de menos tras recorrerlo durante un año (pre y post Covid), Baltasar puso la proa a Malasia, Indonesia y Filipinas.

Ahora mira por el rabillo a África, que le ahora pide a gritos ser viajada desde su cornisa norte mediterránea hasta el Cabo de las Agujas.

Baltasar es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Información Económica. Su trayectoria profesional ha estado centrada en la especialización en Economía. Durante unos 20 años ha ido pasando por La Gaceta, Expansión, El Mundo (14 años) y Vozpópuli, hasta dejar de trabajar en 2016 para dedicarse en exclusiva a vivir y viajar. También ha escrito de música, gastronomía y vinos, es un deportista empedernido (el surf, el buceo, la navegación, la montaña, el esquí y el senderismo son parte de su vida y su viaje), pero también me gusta la fiesta y el hedonismo.

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