El viaje de Yesenia se inició en Canarias a finales del 2016. Había decidido emprender un viaje sin fecha de fin, sin fecha de caducidad y sin un destino prefijado. Por primera vez en su vida, se sentía dueña del tiempo, de su tiempo.
Tras visitar las 8 islas para conocer bien su tierra, tomó un barco a Huelva, desde donde cruzó Portugal y luego España camino a Francia. Siguió por la costa europea (Croacia, Albania…) hasta Grecia. Fue una primera etapa en la que fue tomando confianza y acostumbrándose al viaje.
Al cruzar a Turquía empezó la segunda parte, marcada por el contacto con la gente y la hospitalidad. Cruzó el país evitando las grandes ciudades, hasta llegar a Georgia, un país que se le hizo duro por el acoso e insistencia de los hombres. Prosiguió por Armenia y Azerbaiyán, donde hizo un pequeño documental sobre las reivindicaciones de las mujeres y la situación en ese país.
El siguiente paso fue Irán, un país que le fascinó. Como al principio le daba algo de reparo entrar, se le ocurrió organizar una caravana: junto a otras 6 mujeres, pedalearon por el país en pleno verano. Una experiencia mágica, aunque el calor fue una dura prueba para algunas mujeres, que viajaban en bicicleta por primera vez.
Tuvo que volar a India al no conseguir el visado de Pakistán. De India recuerda la intensidad y la cantidad de cosas que suceden cada día. Atravesó el país de norte a sur y voló a Nepal para continuar por allí su ruta y, después, por Bangladesh.
Como las prisas nunca fueron lo suyo, tardó 3 años en llegar a Bangladesh. Cuando estaba a tan solo 100 km de Myanmar, la policía india la interceptó para llevarla a hacer cuarentena. Había estallado la pandemia.
Su viaje tenía dos objetivos principales. El primero, dar a conocer lo que significaba ser una mujer viajando sola en bicicleta, animando a otras mujeres a que también lo hicieran si es lo que querían. El ejemplo más lindo de ese empoderamiento fue el momento en el que organizaron una caravana de 6 mujeres en bicicleta recorriendo Irán. El segundo objetivo era contar las realidades de las mujeres que se iba cruzando por el camino, poniendo el foco en ellas y dándoles voz.
A lo largo del viaje ha compartido ruta con unas 14 mujeres de diferentes lugares y edades, pero con las que compartía la pasión por la libertad.
En la última etapa de su viaje comenzó a dar charlas en colegios, institutos y universidades sobre la importancia de la emancipación de las mujeres y su experiencia como mujer viajando en bici en solitario. Fueron muchas las adolescentes que se acercaban a agradecerle su mensaje o a decirle que las había inspirado. Sin duda, ese era el mejor de los regalos que Yenesia podía recibir.
Yesenia es enfermera y antropóloga, inquieta y muy curiosa. Le fascinan las personas, las diferentes culturas y maneras de habitar el mundo. Es feminista y activista empedernida. Trabaja lo justo para vivir porque, precisamente, le gusta vivir. Lo suyo es el nomadismo y el “basiquismo” y por eso vive en una minifurgo desde hace un año.