Ielu Oiarzabal es un trotamundos de Zumaia que, desde hace 18 años, cada vez hace viajes más largos, menos planeados y siempre en solitario. Hace unos años ya que viaja a dedo y duerme en su tienda de campaña.
Con 26 años dejó una vida rutinaria para irse a Málaga durante un año y después a Dublín para aprender inglés. Tenía facilidad para los idiomas y en la actualidad conoce seis lenguas que le han abierto muchas puertas.
Su primer viaje fue en 2005, cuando pasó dos meses a Jamaica. En 2006 voló a Buenos Aires, llegó hasta Ushuaia, entró en Chile y siguió por Perú, Bolivia y Paraguay. En la isla de Chiloé trabajó un tiempo en la recepción de un hostal y como guía turístico, actividad que retoma cuando necesita dinero para seguir viajando.
El siguiente continente fue Asia; estuvo en el Kurdistán turco e iraní y en Calcuta pasó un tiempo dando clases a niños discapacitados. Después volvió a Sudamérica para viajar por Argentina, Uruguay, Brasil, Ecuador, Colombia y Venezuela. Luego fue a trabajar a Canadá, pero como no le gustó se fue a recoger aceitunas al sur de Portugal y aprendió a hacer aceite de oliva.
En 2010 emprendió un nuevo viaje: estuvo ocho meses en África (Sudáfrica, Suazilandia. Mozambique, Malawi, Zimbabue, Zambia, Tanzania, Etiopia y Somalilandia, donde acabó apedreado por los niños). Como no consiguió los visados para Sudan y Egipto, tomó un avión a Jordania y pasó dos meses viajando por el país y Palestina e Israel hasta que pudo entrar en Egipto. Comenzaban las revueltas de la Primavera Árabe y decidió volar a Kosovo para pasar dos meses conociendo los Balcanes. El 80% de este viaje lo hizo a dedo y durmiendo con frecuencia en casas particulares.
En su último gran viaje ha pasado 6 meses viajando a dedo y haciendo acampada libre en Australia.
A lo largo de estos años de viaje ha vivido miles de experiencias y tiene cientos de anécdotas que contar, como el viaje en bus desde Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) hasta Asunción (Paraguay) que tenía que durar 26 horas, pero duró dos días y medio. En la selva de Dominica se cayó cruzando un río y se dañó el coxis y con 15 kilos a la espalda y después de cruzar un río, llegó a la carretera e hizo dedo para ir al hospital más cercano, que estaba a varios kilómetros. En Martinica le robaron casi todo en una playa donde había acampado; un mes más tarde, estando ya en casa, le escribió un hombre del pueblo diciendo que en un paseo por la zona encontró un cuaderno, unas llaves y una mochila que eran de Joselu; se lo mandó todo por correo. Estuvo pasando unas semanas en un centro de interpretación de Zambia, donde le enseñaron a cocinar y a hablar tonga y él les enseñó a hacer malabares.