Después de muchos años viviendo fuera y harta de mudanzas casi anuales, Beatriz decidió que ya era hora de asentarse y volver a Madrid. Pero antes quería despedirse de la vida nómada por todo lo alto. Y lo haría, ni más ni menos, que dando la vuelta al mundo (y, sin pretenderlo, acabaría haciendo 3 grandes viajes).
Pese a haber empezado de cero tantas veces en otros países, nunca se había atrevido a viajar sola. Hasta que un año antes de la vuelta al mundo, su hermana, compañera habitual de viajes navideños, la abandonó. Y es que cada fin de diciembre Beatriz se sube a un avión porque no le gusta la Navidad. Pese a sus miedos iniciales, decidió irse sola tres semanas a Asia. Se convirtieron en cinco y la experiencia fue tan enriquecedora que constituyó el germen de la vuelta al mundo que se materializó un año después.
Beatriz ha vivido en 11 países y viajado por medio mundo. En esta vuelta al mundo, su objetivo era rellenar los espacios en blanco de su mapamundi particular. Así, hizo una lista de países que aún no había visitado. Vio que un billete Round the World era su mejor opción porque resultaba mucho más económico y permitía cambios ilimitados en las fechas de los vuelos sin coste. Una vez en ruta, esto le permitió quedarse más tiempo en los lugares que la atraparon y adelantar su marcha de aquellos que, como Australia, le decepcionaron un poco.
Armar la mochila, que pesó 14 kilos, fue lo más complicado porque nunca había hecho un viaje de mochilera. Bueno, había viajado con mochila, pero Beatriz dice que “si te llevas las planchas del pelo y los tacones, no eres mochilera”.
Así, en diciembre de 2016 comenzaba un viaje que le dio los meses más felices de su vida.
Esta vuelta al mundo la llevó a viajar por Perú después de pasar Navidad en Nueva York.
En Machu Picchu estrenó sus primeras botas de montaña e hizo el primero del que serían cientos de trekkings. Voló a EE UU y luego a Nueva Zelanda, donde viajó por las dos islas.
En Nueva Zelanda hizo más senderismo que en toda su vida, lo que no era difícil porque su única experiencia antes de Perú había sido una semana haciendo el camino de Santiago como excursión de fin de curso. Para su sorpresa descubrió que le encantaba la naturaleza y que no era alérgica al campo. Desde entonces el senderismo se ha convertido en una parte imprescindible de sus viajes y de su vida.
De las Antípodas voló a Australia, donde pasó varias semanas antes de volar a Singapur. Desde allí volvió a uno de sus países preferidos, Japón, para cumplir un sueño: ver los cerezos en flor. Después voló a Filipinas, previa escala en Taipei.
En Filipinas pasó dos meses buceando y surfeando y aprendió a conducir una moto. Tras enamorarse del país y su gente, dejó que se caducara el visado, pagó la correspondiente multa y tuvo muchas despedidas y alguna que otra lágrima.
Hizo escala en Bangkok para visitar a un amigo y dejarle todas las cremitas que se había comprado en Japón, antes de poner rumbo a Myanmar.
Allí pasó un mes viajando con Lisa, una alemana que conoció el primer día. Myanmar se convirtió en su país favorito del sudeste asiático por su gente y porque disfrutó viajando en sus trenes que tardaban 12 horas en recorrer 300 km o en sus autobuses con chinches.
Tras despedirse de Lisa, voló a Sri Lanka. Aquí viajó casi todo el tiempo sola porque después de ocho meses empezaba a acusar el cansancio y la necesidad de un espacio propio.
Con Sri Lanka completó su lista y se sentía preparada para volver a casa. Pero decidió ir a Indonesia a bucear y surfear. Allí se levantaba al amanecer para ir a coger olas antes de desayunar o para bucear con tiburones y mantas. Ella, que odiaba madrugar y que nunca llegaba puntual al trabajo, en su viaje fue inmensamente feliz viendo salir el sol.
Ahora ya estaba lista para cerrar el ciclo y volver a casa. Voló a Madrid.
Un mes después de su regreso llegó diciembre. Fiel a su costumbre de viajar en Navidad, fue a México aprovechando un vuelo muy barato. Las vacaciones navideñas en México se extendieron por toda Centroamérica hasta Colombia y se alargaron hasta agosto, cuando volvió a Madrid porque iba a nacer su primera sobrina.
Poco después agarró nuevamente la mochila y como tiene un par de debilidades, América Latina y los billetes solo de ida, lo que iban a ser un par de meses en Argentina se convirtieron en siete viajando desde Ushuaia hasta Ecuador.
El viaje hubiera sido más largo de no haberse roto una mano subiendo el Volcán Cotopaxi y tener que volver a España para que la operaran. Después de la mano vino un pie y luego el otro. Pero después de los 3 grandes viajes, entre cirugía y cirugía, aprovecha para seguir visitando otros países y rellenando los huecos de su mapamundi particular.
Beatriz es ex-enfermera y ex-abogada de Derechos Humanos. Después de trabajar como enfermera de quirófano, volvió a España. Como no tenía trabajo, estudió Derecho e hizo un máster de Cooperación para el Desarrollo (con prácticas en Argentina y en India).
Regresó a España, hizo un máster de Negocios Internacionales y se marchó a trabajar como abogada de Derechos Humanos a la AECID en Panamá y para el PNUD.
De allí se fue a Colombia por amor y cuando este se acabó, volvió a Madrid. Hizo otro máster y fue a trabajar a Londres. Si bien esta ciudad siempre le había fascinado, no le gustó vivir allí y decidió que ya era hora de asentarse y volver a Madrid (pero antes… hizo 3 grandes viajes).