El viaje en moto comenzó en verano de 2018. Un mes antes, Juan había dejado su trabajo como abogado en un prestigioso despacho de Madrid además de sus amigos, su piso y demás comodidades. Había comprado una moto de segunda mano que apenas sabía usar, con la ilusión de que le llevara hasta la India. Salía con ganas de aprender, conocer paisajes, mezclarse con la gente y, sobre todo, saborear y disfrutar cada momento del trayecto. Salvo el último punto, el resto lo cumplió con creces. Y es que el camino ha estado repleto de piedras, baches, a veces era monótono y otras, resbaladizo.
De camino a India recorrió la costa del Adriático; le pilló el comienzo del invierno en las montañas del Kurdistán turco; se llevó consigo un pedacito de Irán, sus gentes y su hospitalidad infinita; y compartió rutas por Pakistán con otros motoviajeros.
Cuando llegó a la India, recordó que Kavafis nos pedía que el camino fuera largo. Así que continuó por las montañas nepalíes, cruzó Myanmar sorteando sus templos budistas y se dejó llevar por el ritmo picante del sudeste asiático (Tailandia, Camboya y Malasia).
Había pasado un año de pura adrenalina, con muchísimos problemas mecánicos que no eran sino la excusa para ponerse a prueba, problemas serios en fronteras, muchas risas y desconocidos que ahora son grandes amigos.
En verano de 2019 mandó la moto en un barco a Sudáfrica. Esta segunda etapa del viaje lo llevaría a recorrer el este de África hasta Sudán. Después cruzó el Mar Rojo para ir a Arabia Saudita, que acababa de abrir sus fronteras al turismo. Y siguió por Jordania e Israel antes de dar el salto definitivo a Europa.
El COVID-19 aceleró la última etapa del viaje y tuvo que hacer malabarismos para llegar a España. Hoy la moto descansa en Canarias y Juan ha vuelto a Madrid.
Juan nació en Canarias aunque desde los 18 años tiene Madrid como base de operaciones. Se ha dedicado profesionalmente a la abogacía hasta que, con 28 años, decidió salir en moto y en solitario a recorrer el mundo. Siempre le han gustado los viajes de aventura, inspirado quizás por los libros de Kapuscinki, Joseph Conrad o Javier Reverte. Pero hasta ahora satisfacía sus ansias de conocer mundo con viajes de pocos meses, que era lo que le permitía el trabajo.
Le gusta viajar lento, pero también es muy curioso y le gusta conocer más sitios. Por eso suele librar bastantes batallas mentales en las que quiere quedarse en un lugar y conocerlo bien y, a la vez, continuar para seguir descubriendo. Esta batalla fue una constante durante los 20 meses que duró su gran viaje, con victorias y derrotas por igual para cada uno de los bandos.