Beatriz y Nil se conocieron cuando estudiaban ingeniería química y se hicieron amigos. Su viaje se inició en febrero de 2019, tras seis meses ahorrando. Además de que les encantaba viajar, querían salir del camino que sentían que les marcaba la sociedad. El único requisito de su aventura era no planear y mantenerse activos y abiertos a la creatividad. Además, viajarían en autostop con el objetivo de superar el miedo a lo desconocido y poner a prueba “la bondad de la vida”.
Recorrieron el sur de Francia, el norte de Italia y los Balcanes. En Eslovenia iniciaron el proyecto “Caras de calle” que ha dado lugar a un libro de retratos que en estos momentos están editando.
Grecia marcó un punto de inflexión: fue la primera vez que decidieron separarse un tiempo y hacer un voluntariado con refugiados en distintas regiones del país. Aunque se conocían bien y habían vivido juntos, necesitaban darse algo de espacio. Beatriz fue a la isla de Quíos y dio su primer concierto de rap. Nil se quedó en Larisa; el voluntariado además de ser una experiencia muy enriquecedora, también fue el germen de un libro sobre el viaje.
Tras cinco meses en Grecia, continuaron hacia Turquía, donde pasaron dos meses. Cuentan que era tan fácil hacer autostop que a veces no hacía falta ni poner el dedo. Pasaron por el Kurdistán turco cerca de la frontera con Siria. Y en pleno lanzamiento de misiles, cruzaron al Kurdistán irakí. Recorrieron las montañas y cañones del norte de Irak a golpe de dedo y alaban la enorme hospitalidad y generosidad de sus gentes.
Después vino Irán, donde estuvieron un mes antes de volar a España para pasar la Navidad. Tras este paréntesis, regresaron a Irán y colaboraron durante un mes con una entidad que desarrollaba proyectos de turismo sostenible con nómadas y jóvenes iraníes. Visitaron el norte del país, con la intención llegar en autostop a Pakistán, pues ya tenían en sus pasaportes el visado (y el de India, su siguiente destino).
Pero con 2020 llegó la pandemia del COVID19 y el cierre de fronteras. Se quedaron en Zahedán, a las puertas de Pakistán. Beatriz, a finales de marzo de 2020, dejó Irán con lágrimas en los ojos para volver a casa. En julio, tras cinco meses de espera infructuosa a que abriese la frontera, Nil voló a España después de que en una acampada le robaran el pasaporte.
En este viaje en autostop a Pakistán no solo la amistad de Beatriz y Nil salió reforzada, sino que recibieron infinidad de ejemplos que confirmaban lo que habían salido a comprobar: “la vida es buena”.
Beatriz viajaba desde pequeña con sus padres. A estos viajes les siguieron otros con amigos y en 2016 viajó durante dos meses con su novio por Sudamérica, en 2017 recorrió Europa con su novio y con Nil y en 2018 viajó en solitario a Venezuela. Ahora se define como artista urbana y está preparando un disco y un libro, además de haberse adentrado en el mundo de la sanación con terapias y tratamientos naturales.
El instinto aventurero y viajero de Nil se despertó a los 18 años en Gales durante el mes que pasó trabajando en una granja. De allí surgió un año de intercambio en Singapur que aprovechó para visitar el sudeste asiático. Tras el viaje autostop a Pakistán volvió a Barcelona en busca de trabajo, pero un día amaneció con una oferta de viaje en su correo electrónico. Ahora se está preparando como capitán en Suecia para emprender un viaje por mar, mientras termina dos libros y está inmerso en otros proyectos.
