Tras 12 años trabajando en una empresa, Tamara se acogió voluntariamente a un ERE para lanzarse a hacer algo con lo que soñaba desde hacía mucho tiempo: dar la vuelta al mundo.
Reservó los vuelos a los países que quería visitar. Teniendo la fecha de llegada y salida se aseguraba de que iba a seguir el viaje, porque cuando le gusta un sitio, no se quiere ir… y pretendía dar la vuelta al mundo. Una vez en cada país, improvisaba. Hizo la mayor parte del viaje sola, aunque durante varios meses estuvo acompañada por una amiga.
Comenzó en Sudáfrica, donde colaboró como voluntaria en una tienda de la caridad y cumplió otro de sus sueños: hacer un safari por el Parque Kruger. Después voló a Madagascar y se unió a un grupo para hacer una ruta en todoterreno y en canoa.
Su siguiente destino fue Israel y después, India. Una de las mejores experiencias que recuerda es conocer a dos amigos indios y que la acompañaran a comprar un vestido para la boda de su hermano para que le cobraran el precio local. En Rishikesh conoció a su maestra de yoga que después la invitaría a su casa y a hacer un trekking por el Valle de las Flores.
Hizo un paréntesis para volver a España a la boda de su hermano y retomó el viaje en Nepal. Allí hizo una ruta de varios días caminando por montañas de los alrededores de la capital. Le encantó el lugar y la comida, de las mejores que ha probado.
Después voló a China, donde se enfrentó a constantes dificultades de comunicación. Hubo situaciones complicadas para sacar billetes de tren o contratar un crucero, pero las resolvió usando traductores.
Aunque ya había estado en Indonesia, quiso repetir Bali y visitar alguna isla nueva. Después fue a Australia para ir a la Gran Barrera de Coral, a algunas islas y a recorrer la costa este. Le encantó pasar allí la Navidad en manga corta. También disfrutó mucho de pasar el fin de año en Nueva Zelanda, donde hizo algunas rutas caminando.
Llegó a México la noche de Reyes. Se reencontró, después de 14 años, con un amigo mexicano al que conoció estudiando en Berlín.
Después vinieron Costa Rica, Panamá y Ecuador. Allí coincidió con una amiga española y su novio ecuatoriano y la invitaron a casa de la familia. Sus últimos pasos por el país la llevaron al Amazonas, donde se metió en la selva con indígenas acompañados por un chamán. Llegó la pandemia del COVID-19 y se tuvo que quedar unos días confinada en la casa de esta familia.
Allí terminó el viaje: regresó a España en un vuelo de repatriación. Tomar ese vuelo no fue sencillo, tuvo que ir consiguiendo transportes (canoa, coche de policía y camión de arroz que volvía vacío) hasta llegar a la capital.
Tamara estudió la carrera de Turismo, un Postgrado de Organización de Congresos y Convenciones y un máster en Marketing. Tras trabajar 12 años en una empresa, aprovechando un ERE se marchó para dar la vuelta al mundo.
Al volver, comenzó a estudiar un máster en Igualdad y Prevención de Violencia en Mujeres y otro en Negocios Digitales. Actualmente combina un trabajo a media jornada con la finalización de los estudios y preparación de su proyecto personal.