En 2017 el destino se encargó de cruzar a Diana y a Mike donde parten todas las rutas: la Puerta del Sol de Madrid.
Después de haber visitado algunos lugares del sudeste asiático, Diana estaba planeando un viaje en solitario de un año por Asia. Cuando se cruzó con Mike, el plan sufrió un cambio de rumbo y de compañía: Latinoamérica en lugar de Asia, en pareja en vez de sola. Y finalmente fueron casi dos años en vez de uno.
Su viaje duró 22 meses y 22 días en los que recorrieron once países, casi siempre por carretera (exceptuando unos pocos y prácticos aviones), llegando hasta el extremo sur del continente en Argentina y hasta México.
Empezaron en mayo de 2018 recorriendo el nordeste de Brasil: debutaban en uno de los países más intensos del viaje y quedaron enamorados de sus gentes. Conocieron maravillas naturales como las Cataratas de Iguazú y fueron hasta Ushuaia, donde pudieron navegar a vela por el canal de Beagle.
Siguieron a Bolivia y quedaron fascinados primero por el salar de Uyuni y luego por su naturaleza e identidad indígena. Luego pasaron por Perú, Ecuador y Colombia, alternando entre la Amazonia, los Andes y la costa. El enorme cambio de ecosistemas los hizo tomar carreteras de la muerte y lidiar con un océano que en una ocasión puso su temor in extremis cuando las aguas parecían engullir su lancha.
También hicieron rituales de medicinas ancestrales de la selva, visitaron sitios sagrados como Machu Picchu y vivieron un terremoto, varios temblores y volcanes a más de 5000 m de altitud, para terminar maravillados por la hospitalidad y generosidad de los colombianos.
Tras una complicada anécdota que los puso en jaque para entrar en Centroamérica, atravesaron Panamá y Costa Rica, viendo la enorme biodiversidad del Pacífico al Caribe. En Nicaragua y Guatemala conocieron civilizaciones prehispánicas como Tikal y tradiciones nativas.
Finalmente entraron en México, lo recorrieron durante cuatro meses hasta que poco antes de volver a Madrid en marzo de 2020, les cancelaron el vuelo por el COVID-19. Pudieron regresar en un vuelo de repatriación el día del cierre de fronteras en España con susto de último minuto antes del avión incluido.
En su viaje se alojaron con casi un centenar de personas que les abrían de manera altruista sus casas y sus corazones. Así vivieron de primera mano la cultura local y conocieron personas de toda condición, estrato social, ideología y etnia. Hicieron todo lo posible por ser parte de las realidades de las sociedades con las que convivían: comían en mercados locales, usaban buses normales, compartían las costumbres locales…
Este viaje fue muy transformador. Descubrieron mucho sobre sí mismos gracias a las vivencias y a las personas que se cruzaban. Conocer otras formas de ver y vivir la vida fue una manera de crecer gracias al viaje.
Durante el viaje plasmaban sus experiencias e impresiones en dos formatos: Diana como un relato en su diario de viaje y Mike a través de su poesía. Fruto de ello, han publicado el libro Mochilamérica. Diario y poemas de un gran viaje. Al empezar no se imaginaban que unirían sus miradas en este libro que nace diario y muere poemario.
Diana fue bailarina profesional en la adolescencia, ambientalista de carrera y oficinista hasta los cuarenta. A raíz de una crisis laboral cumplió su gran sueño: viajar sin fecha de vuelta. Hoy es una apasionada de los viajes y profesora de yoga.
Mike es cocinero, poeta, freaky y rockero. Emigró de su país para vivir en Alemania, después en Francia y ahora en España, tras estar dos años viajando por Latinoamérica. Hoy es ciudadano del mundo y un espíritu viajero.